Exposición Arco Santa Maria "Horizontes"


Negros nubarrones, grises tristones, azules inquietantes, añiles pizpiretos, fucsias imposibles, blancos juguetones, verde que te quiero verde, naranjas abrasadores, amarillos escénicos, morados lánguidos y enrabietados, rosas enamoradizos... Todos los colores bailan en los paisajes de Rubén González Arroyo que componen Horizontes, la exposición que ocupa el Arco de Santa María desde el 12 de Enero hasta el 11 de Febrero.
Imponentes vistas de montaña, mágicos caminos dibujados en la nieve, misteriosos árboles que se esconden de la niebla, playas bañadas por mares en calma, explosiones primaverales, tímidos bosques otoñales... El espectador tirita de frío, siente el sol en la cara, escucha el silencio de la montaña o el suave runrún de la espuma de mar en esta colección de 75 obras en las que el pintor salense alardea de paleta cromática y pincelada vibrante.
La frescura que destilan estas piezas se corresponde con la inmediatez de su ejecución. «Pinto muy rápido, muy espontáneo, no tengo paciencia como para estar mucho tiempo con una obra y empiezo manchando con acrílico y cuando tengo la idea clara remato con óleo. No llevo ningún plan preconcebido», comenta el autor que se reconoce muy eléctrico frente al caballete. «Yo me quedo con la primera intención. Para mí si retocas, resobas, la mancha pierde la gracia», añade el artista que empezó a pintar con 10 años.
Ahora tiene 40 y se ha convertido en una necesidad que alimenta a diario. Sus pinitos fueron en la Escuela Municipal de Pintura de Salas de los Infantes con Emiliano Marlasca, ya fallecido, después estudió Bellas Artes en Salamanca y cuando regresó al terruño le ofrecieron hacerse cargo de las clases que dejó su maestro. Vive encantado en su pueblo con un pie en el aula y otro en el estudio.

La exposción me aburrió un poco, los cuadros eran muy parecidos, aunque se pintaran distintos paisajes, ninguno destacaba más que los demás.
Como animadora, creo que es muy importante dar a conocer las obras de los artistas de nuestra propia tierra, saber y valorar el arte, aunque siempre con una capacidad de tener ideas propia y con una visión critica de las cosas, siempre desde el respeto.

Las montañas trazan ciudades en el cielo. La tierra surca el cuadro de colores. Los trigos y el inevitable Carazo, sueñan la niebla que verá el sol. El río se hará blanco de nieve y el camino se pierde en un infinito de sensaciones.

Es la mano de Rubén que recorre la magia de la pintura, es la verdad y la belleza; es lo que quiera ser: él es pintor y por eso piensan las nubes que serán pájaros, que serán lunas…


Además, como añadido a la visita al Arco Santa Maria, para quien no lo sepa, se puede subir a un torreón y disfrutar de unas estupendas visitas desde lo alto del arco.










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